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Educación para la paz y educación de adultos
La búsqueda de la relevancia.
Leonel Zuñiga y Gabriela Enríquez | MÉXICO
Educar para la paz en el nuevo milenio
Paco Cascón Soriano | ESPAÑA
La paz y los derechos humanos en las prácticas docentes
Concepción Chávez Romo | MÉXICO
Educando para la paz y la democracia
Yadira Soto y Betilde Muñoz | ESTADOS UNIDOS
Tambogrande: participación social y educación
Marita Obregoso Alvarez | PERÚ
La educación ciudadana en la globalización
Marcela Tchimino | CHILE
Educación para la paz y los derechos humanos
Ma. de los Angeles Álba Olvera |MÉXICO
La resolución no violenta de conflictos
Ana Juanche | URUGUAY
Educación ciudadana y poderío comunitario
Un proyecto educativo frente a la pobreza urbana y la violencia de género
Alfredo Limas Hernández | MÉXICO
Educar para la paz desde una filosofía para hacer las paces
Vicent Martínez Guzmán | ESPAÑA
Reseñas bibliográficas
Centro de Estudios Educativos, 2002.
Revista Latinoamericana de Estudios Educativos
MÉXICO, VOL. XXXII, NÚM.4
Papadimitriou, Greta (compiladora),1999.
Programa de educación en los valores de la paz y los derechos humanos
ASOCIACIÓN MEXICANA PARA LAS NACIONES UNIDAS, A.C., INSTITUTO LATINOAMERICANO DE LA COMUNICACIÓN EDUCATIVA, MÉXICO.
© CREFAL 2020. Todos los derechos reservados
Créditos
Diseño de la versión digital
Ana María Morales González
Investigación de Arte
JM Gutiérrez Vázquez
Fotografía
Carlos Blanco
Diseño
Valentín Juárez
Composición Electrónica
Alejandro Acosta
Carta del director
Nuestro primer número de 2004 está dedicado a un tema que ha incursionado recientemente en educación pero que es tan antiguo como la sociedad: la paz. Educar para la paz es como bien dice uno de los autores de este número, un campo en construcción.
La compilación de los diez artículos y las reseñas que se incluyen ha sido posible gracias a la colaboración entusiasta y comprometida de Leonel Zúñiga y Gabriela Enríquez de CREFAL, editores invitados de este número de Decisio.
Llama la atención de muchos que la paz sea entendida no sólo como ausencia de guerra, aunque la violencia directa esté constantemente presente en nuestras vidas (xenofobia, racismo, maltrato a la mujer, violencia juvenil, violencia política, etc ). Así mismo, existe la violencia estructural, aquella derivada de las estructuras sociales, causante de la opresión, de la injusticia y de la miseria.
Un cuestionamiento profundo surge sobre el origen de la guerra y la violencia directa y estructural en varios de los artículos. Por un lado existe la creencia común de que nada se puede hacer porque la violencia forma parte de nuestra condición humana y parece ser innata a nuestra humanidad. Sin embargo, basta observar cómo las creencias racistas o religiosas conducen a la violencia para darnos cuenta de que ésta se origina en nuestra conciencia, en la mente y en nuestros afectos, es parte de nuestro condicionamiento cultural, aprendimos a ser violentos y por lo tanto podemos aprender a no serlo.
La noción de que la paz es pasividad, silencio, un no hacer nada ante los actos violentos, es también cuestionada por varios autores, porque la vida es relación con el otro, con los otros, con lo que nos rodea. Por lo tanto, educar para la paz implicará el aprendizaje de la construcción de relaciones no violentas, de un orden social más justo y comprometido con la dignidad humana, con la empatía, con la promoción y defensa de los derechos humanos y con la valoración, reconocimiento y respeto de la diversidad cultural.
En el cómo educar para la paz hay todavía muchas interrogantes, pero es un hecho que la sola información teórica, ya sea ésta filosófica, jurídica o histórica sobre el tema, no es suficiente; se puede ser erudito en el tema y no por ello no ser violento. Educar para la paz requiere de una “mirada interna” que cada quien tiene que hacer; las motivaciones sugeridas en diversos artículos son observar experiencias concretas, el contacto con modelos de comportamiento que provocan violencia (autoritarismo, discriminación, obediencia, búsqueda de poder, búsqueda de riqueza, envidia, búsqueda de éxito), el hacer aflorar y resolver los conflictos, y el análisis en los distintos niveles de relaciones sociales: familiar, comunitario, nacional, internacional.
Educar para la paz es educar en valores, implica un cambio de actitud; al hacerlo cambiamos las maneras de relacionarnos unos con otros. Decirlo, repetirlo, no nos cambia; requiere de un trabajo sobre sí mismo y que se verá expresado en transformaciones sociales. Por ello educar para la paz, para una cultura de paz, es un compromiso de todos, nos compete a cada uno, sin excepción.
Los invitamos a zambullirse en los textos con la actitud de exploración, de indagación y de compromiso con respecto al reto de cómo construir una cultura de paz.
Alfonso Rangel Guerra
No. 7
Enero – Abril 2004
Educación para la paz y educación de adultos
EDITORES INVITADOS
Leonel Zúñiga, Gabriel Enríquez